Al poeta le gusta pensar en voz alta las horas,
Y tocar con sus letras el fino color de esa piel,
Esa piel que es la brisa del mar tendiéndose sola
Claridad de mujer, es su musa todo lo que ve...
Al poeta le gustan las sombras,
Y con ellas platica
de su porvenir...
El poeta detesta las modas,
Y se afianza a un pasado,
un jardín,
un espejo,
un abril...
Al poeta le gusta mirar donde el paso del viento,
Donde nadie ve nada, pero él ve nacer un jardín,
Al poeta le gusta sembrar en la tierra, palabras,
Y su fruto es la vida: el libro, el árbol, el hijo...
José Roberto Ang Pinales
martes, 30 de octubre de 2007
Al poeta
miércoles, 10 de octubre de 2007
TODO UN PALO
todo un palo, ya lo ves!
Veamoslo un poco con tus ojos...
El futuro ya llegó!
llegó como vos no lo esperabas
Todo un palo, ya lo ves
Yo voy en trenes! (no tengo donde ir...)
Algo me late y no es mi corazón
Los redonditos de ricota
viernes, 5 de octubre de 2007
de electrosonidos...
Era karma entonces, la lección no aprendida de que a su lado, en la vida , se merecía un hombre más maduro, de la vanguardia de la humanidad, sensible al mundo invisible, pero fuerte lo suficiente como para enfrentar al visible.
Sus debilidades, que quedaron evidentes, al menos para ella, la desafiaban ahora desde lo alto de un cerro de dudas y certezas. Su mirada era aún intermitente. A veces estaba muy despierta, tomaba su escoba muy seguido para deambular por la ciudad, protegida por la oscuridad nocturna; otras, andaba como zombi, perdida en marañas de pensamientos vampirezcos que le chupaban la sangre del alma.
Se sabía débil y también poderosa, había aceptado la ambivalencia de la vida, la eterna oscilación del péndulo, la felicidad y la tristeza. Pero aún le faltaba caminar, observar, comprender, preguntar y experimentar. Y cuidarse más, conocer bien la cantidad de energía que poseía y no ir más allá de sus reservas.
Esa noche, en la que puso otra vez orden en su caótico corazón, pudo sentir lo certero de su impulso y no sintió temor porque sabía que no iba sola y que si por acaso caía, unas manos amadas la iban a ayudar a ponerse de pie nuevamente y ella tendría la fuerza requerida para erguirse así y caminar nuevamente.