Caminaba y silbaba
recordando lo dulce
de aquella noche.
Recorría las calles
con su mirada
sonriéndole a los árboles.
Sus pasos desaceleraban
el ritmo de su mente,
hasta acompasar
el de su música de viento.
Apenas sentía el invierno
pensando cómo era
la naturaleza
antes de tanto cemento
y qué de aquellas horas
recordaría en sus silencios…
Y así,
mezclaba alma y cuerpo,
hacía su pausa vital
de tanto trajinar mundano,
de tanto andar descubierto.
Salvadas de una noche de Bacilón terminamos la noche en un mini aquelarre, una aquelarrecito refrescante. Gracias brujitas!!
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